Los que no van a dar el grito

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Seguro no darán el grito los que se lamentan por monumentos de genocidas, los que reciben a fascistas como héroes; fascistas que, a su vez, añoran la España de Franco, defienden la España de reyes y niegan la España plurinacional, diversa y multicultural.

Por: Carlos Portillo

A la vista de algunos sucesos y declaraciones recientes de algunos personajes políticos de la derecha, podría pensarse que hay quienes no van a dar el grito de Independencia este 15 de septiembre en México, que no van a festejar ni expresar orgullo por ese concepto llamado patria, un concepto que suele construirse con la historia, que se alimenta de la memoria en honor a los hombres y mujeres que han dado su vida por conseguir o ampliar libertades, de las cuales gozamos los que naceríamos después.

Los que no quisieran que seamos independientes, los que odian la soberanía, los que quisieran seguir siendo una colonia de España, o de los gringos, o de quien sea que venga de fuera, seguramente no van a dar el grito esta noche.

Son los que buscan desesperados un nuevo Maximiliano, un nuevo imperio que someta a la democracia y le regrese sus privilegios a unos cuantos; son los que escudriñan hasta debajo de las piedras para hallar un nuevo extranjero ante quien arrodillarse, ofrendándole los recursos del país en bandeja de plata a cambio de una buena tajada; son los de uno y otro comentario racista y con cada vez más rabia desde hace tres años. Son los que, por ende, pareciera que no tienen nada que celebrar hoy.

Seguro no darán el grito los que se lamentan por monumentos de genocidas, los que reciben a fascistas como héroes; fascistas que, a su vez, añoran la España de Franco, defienden la España de reyes y niegan la España plurinacional, diversa y multicultural.

Son los que eran felices entregando concesiones mineras, de pozos petroleros, de fracking, represas, áreas para generar electricidad, playas y casi una tercera parte del suelo mexicano. ¿Cómo van a celebrar una independencia que repudian, que tanto se han esforzado en obsequiar o malbaratar?

No tendrían por qué dar el grito tampoco los que desdeñan al Estado laico, los que se meterían a Palacio Nacional con la biblia en alto, como hicieran sus símiles en Bolivia.

Esos, los que vociferan que las feministas y las personas LGBTI son enemigas de la familia y de los valores; los que se regodean en esos “valores de antes”, los suyos, como pegarle a sus esposas o tener dos familias o convertir sus reuniones plenarias —cuando eran diputados— en fiestas con escorts, seguramente no van a dar el grito esta noche.

Son también los que le dicen “comunismo” a todo lo que huela a derechos, a dignidad, a justicia social e igualdad de oportunidades. Son los que le hubieran gritado “¡comunista!” a Hidalgo, a Morelos, a Allende, a Josefa y a Leona Vicario.

Son los que odian a López Obrador por no hablar inglés, mientras éste, con su acento tabasqueño, está configurando una nueva relación —más de iguales— entre Estados Unidos, México y toda América Latina y el Caribe. Pero para ellos, para los que odian la independencia, las colonias no deben hacer eso, no les corresponde. Por eso son, seguramente, los que no van a dar el grito esta noche.

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