Hoy, esos mismos políticos y periodistas que hablan de libertad de prensa, son los que en su momento, se arrodillaron ante los narcogobiernos, maquillaron cifras de la sangrienta guerra contra el crimen organizado y callaron tras el asesinato de Javier Valdez.
El 15 de mayo de 2017 el corresponsal de La Jornada en Sinaloa y cofundador del semanario Ríodoce, Javier Valdez Cárdenas, fue asesinado pasado el mediodía en el centro de Culiacán. Tenía 50 años, estaba casado y era padre de una hija.
Javier Valdez, reconocido por sus consistentes trabajos sobre el crimen organizado y periodista comprometido con las víctimas de las desapariciones forzadas y los desplazados del narcotráfico, fue acribillado en plena calle.
En 30 años de carrera periodística, se dedicó a investigar el narcotráfico en Sinaloa, bastión del cártel de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán. Javier Valdez documentó la sangrienta guerra contra el narcotráfico liderada por el espurio Felipe Calderón a través de libros como Los morros del narco, Levantones y Con una granada en la boca.
Durante los sexenios de Calderón y Enrique Peña Nieto, el periodista reveló cómo el gobierno acechaba periodistas y los medios se coludían con el narcotráfico. Por muchos años, Javier Valdez exhibió la violencia en Sinaloa, estado que por décadas se ha visto inmerso en una espiral de asesinatos y desapariciones producto de la impunidad y el crimen organizado.
Tres meses antes de su homicidio, el comunicador había recibido amenazas de muerte anónimas. Las autoridades determinaron que Javier Valdez, fue asesinado a causa de notas publicadas sobre Dámaso López Serrano, ‘El Minilic’, quien dio la orden de quitarle la vida al periodista el 7 de mayo de 2017.
Lo que había sido una molestia por el seguimiento puntual que el autor de Los morros del narco dio durante meses a la disputa que sostuvieron Alfredo e Iván Guzmán, hijos de ‘El Chapo’ Guzmán, contra Dámaso López Núñez ‘El Licenciado’ y su hijo, por el liderazgo del Cártel de Sinaloa, culminó en el asesinato del periodista, quien dos meses antes junto a varios comunicadores, protestó por el homicidio de su colega, Miroslava Breach.

“A Miroslava la mataron por lengua larga. Que nos maten a todos, si esa es la condena de muerte por reportear este infierno. No al silencio”, escribió Valdez desde su cuenta de Twitter, a finales de marzo de 2017.
Tras el asesinato de Javier Valdez, dos sujetos fueron detenidos, se trata de Juan Francisco Picos Barrueta “El Quillo” y Heriberto Picos Barraza “El Koala”, ambos trabajaban para López Serrano ‘El Minilic’.
Hoy, una élite periodística conformada por una serie de ‘líderes de opinión’ que a diferencia de Javier Valdez y otros tantos periodistas, jamás pisan las calles y por el contrario, sirven a los intereses más corruptos y turbios de este país, han decidido salir a la defensa de cabilderos como Carlos Loret de Mola, quien bajo su traje de comunicador ha callado los más brutales atropellos, le ha mentido al pueblo de México y ha sido cómplice de aquellos conservadores que por décadas saquearon nuestro país.
Hoy, esos líderes de opinión y otros cuantos políticos del PRIAN vienen a hablar de libertad de expresión y de libertad de prensa, pero, se les olvida que en su momento, callaron ante los narcogobiernos y maquillaron cifras de la dolorosa y sangrienta guerra contra el crimen organizado, que entre todos sus muertos, se llevó a Javier Valdez.
En redes, esos mismos políticos y periodistas con gran influencia que difunden un hashtag para defender a un personaje que hace años pactó con las más altas esferas del poder, son los que en 2017, con su silencio, acribillaron a Javier Valdez.