Qué extraña “dictadura”

dictadura

Qué extraña definición de “dictadura” deben tener algunos actores políticos y pseudo intelectuales que hacen de sus voceros.

Por: Carlos Portillo

La oposición en México lleva dos años y medio diciendo que nos encaminamos hacia una dictadura; de hecho, lo pregonaban a los cuatro vientos desde que Andrés Manuel López Obrador apenas era candidato. Qué extraña definición de “dictadura” deben tener algunos actores políticos y pseudo intelectuales que hacen de sus voceros. Qué fácil es querer robarse una palabra para usarla a conveniencia sin ningún tipo de rigor o sustento.

El presidente que ha ganado una elección con el mayor porcentaje de votos en las últimas décadas —más del 53 por ciento de los sufragios— resulta que ahora es un dictador en potencia; es decir, que supuestamente nos dirige hacia un régimen político basado en el uso de la fuerza y la violencia, reprimiendo los derechos humanos, la democracia y las libertades. 

Hace unos días, circuló en redes un video donde Enrique Krauze admite que extraña la “dictadura perfecta” del PRI, pues según él, aparentemente, ahora vamos rumbo a una “dictadura plebiscitaria”. Qué extraña dictadura ha de ser esa, donde se prioriza el plebiscito, donde se le preguntan cosas al pueblo y se garantiza su participación política.

Resulta extraño también que un presunto dictador se haya bajado el sueldo a más de la mitad y que haya renunciado a prestaciones de las que gozaban sus predecesores, tales como el pago extraordinario por riesgo (901 mil 947 pesos), el seguro de separación individualizado (381 mil 247 pesos) y el seguro de gastos médicos mayores (27 mil 935 pesos). Este dictador sui géneris además convirtió la residencia oficial en museo y viaja en vuelos comerciales. Vaya autoritarismo y prepotencia.

Por si fuera poco, el tabasqueño mandó una iniciativa al Poder Legislativo para eliminar el fuero presidencial y que se pueda juzgar al gobernante en funciones por cualquier delito como a cualquier ciudadano, algo que, según la oposición, coincide con el perfil de un dictador. Y peor aún, el Congreso de la Unión aprobó dicha iniciativa, debido a que Morena es mayoría. Ahora la derecha exige “contrapesos” en la Cámara de Diputados y el Senado, pues, a su decir, los legisladores del partido guinda están enfocados solo en darle más y más poder al mandatario. Qué rara forma de entregarle poder a López Obrador avalando que se quite el fuero. 

La revocación de mandato, por alguna razón, al parecer es otro gran ejemplo de cómo un gobernante va mutando hacia la tiranía. Plantear por primera vez en la historia del país que el pueblo pueda decidir, a mitad de un sexenio, que el presidente continúe o se vaya, resulta que también es parte del tránsito hacia la dictadura que vaticinan algunos políticos y opinadores. ¿En dónde habrán leído sus acepciones de “dictadura”?

Además, este supuesto dictador sale todos los días a informar sobre los resultados de su gestión y responder preguntas de los medios de comunicación o de la ciudadanía. En ese espacio de rendición de cuentas y transparencia llamado coloquialmente “La Mañanera”, Andrés Manuel escuchó a Judith Valenzuela hablar entre lágrimas de su hijo Rafael, preso injustamente desde 2008 —durante el calderonato—, y al día siguiente, el joven ya estaba libre.

Hace un par de días, cuando la conferencia de prensa se desarrolló en Guerrero —porque además es un tirano que recorre el país constantemente—, Ernestina Aguilera acudió para pedir justicia por su hermano Olegario Aguilera, periodista que lleva 17 años desaparecido, a lo que el presidente respondió: “decirte con toda franqueza que estamos luchando para saber sobre el paradero, sobre dónde están los que han sido desaparecidos desde hace mucho tiempo; antes no se atendían estas sentidas demandas, ahora hay una Comisión de Búsqueda”, respuesta que resulta un poco contrastante con el “ya me cansé” de los funcionarios peñistas en el caso Ayotzinapa.

Es tan extraña esta “dictadura” en construcción que ahora hay pensiones para adultos mayores, apoyos para personas con discapacidad, becas para que niños, niñas y jóvenes puedan seguir estudiando o se capaciten e inserten a la vida laboral; medidas que además se han convertido en derechos avalados por la Constitución, una vez más, por culpa de los legisladores morenistas que votaron a favor de la reforma.

El Plan Nacional de Vacunación, con el 43 por ciento de la población adulta ya inoculada, debe ser otra característica distintiva de las dictaduras, según los opositores, al igual que el acceso a la salud de manera universal y no como un privilegio de clase, los apoyos al campo, a la pesca, a la reforestación, etcétera.

Qué extraña “dictadura” la que aseguran que se avecina. Qué raros sus pregones de “¡ahí viene el lobo!”. Pareciera que para la oposición las palabras solo son palabras, como si no importara su significado real, como si pudieran repetirse hasta el hartazgo esperando que se vuelvan verdad, al estilo de Goebbels. Tal vez si tuvieran propuestas concretas o un proyecto de país definido, más allá de solo querer infundir miedo y odio, no usarían algunas palabras tan a la ligera.

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