Lula da Silva gobernó Brasil entre 2003 y 2011; su regreso consolida la integración regional y le da fuerza a la nueva ola progresista de América Latina.
Con más del 98% de las mesas escrutadas, Luiz Inácio Lula da Silva ganó las elecciones presidenciales de Brasil y venció al actual mandatario de la nación, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
Medios locales e internacionales difundieron la noticia poco después de que cerraron los colegios electorales; luego de computarse la mayor cantidad de votos se informó que el político de izquierda obtuvo el 50.85% de los sufragios frente al 49.1% de Bolsonaro.
La elección de este domingo 30 de noviembre se convirtió en una de las más cerradas en la historia del país sudamericano; esto, luego de una primera vuelta en la que Da Silva ganó con el 47.8% de los votos.
Lo anterior significa que Bolsonaro —político con tintes neonazis— terminará su mandato el 31 de diciembre del año en curso. Se trata de la primera vez en 34 años de democracia moderna de Brasil que un presidente en funciones no logra ganar la reelección.
Con el resultado de esta histórica contienda se pone fin al turbulento periodo de Bolsonaro, que estuvo marcado por los constantes ataques contra la democracia, la polarización de su pueblo y el terrible manejo de la pandemia por COVID-19 que dejó más de 700 mil personas fallecidas en dicha nación.
La victoria de Lula da Silva inclina a Brasil a la izquierda y marca un escenario geopolítico interesante, ya que con su regreso a la Presidencia se une a la nueva ola progresista en América Latina.
Tras la noticia, el estallido de júbilo por parte de miles de brasileños y brasileñas fue inmediato; varios afirmaron a agencias de comunicación que “Brasil volverá a los carriles tras cuatro años de oscuridad”.
Diversos mandatarios del bloque progresista en Latinoamérica han destacado el hecho histórico. En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador celebró el regreso de Lula da Silva y aseveró que “habrá igualdad y humanismo”.
