Pasta de Conchos: A 18 años de la tragedia, «Larrea sigue impune»

En febrero de 2006, la mina ocho, Unidad Pasta de Conchos, Coahuila, sufrió una terrible explosión por una acumulación de gas metano

A 18 años del desastre que sepultó a más de 60 mineros en la Mina 8 de la Unidad Pasta de Conchos, Coahuila, la corporación responsable Grupo México y su dueño, Germán Larrea, “siguen impunes, sin rendir cuentas ni asumir su responsabilidad”. 

Así lo denunció la organización Familia Pasta de Conchos, quien agregó que los compromisos para rescatar los restos de los cuerpos están sin cumplirse. 

Las viudas de los mineros Eliud Valero y Gil Rico, Aída Griselda Farías y Elizabeth Castillo, reprocharon que Germán Larrea “anda como si nada haciendo de las suyas” sin hacerse responsable por la tragedia. 

No obstante, confiaron en que en la reunión que se acordó con el presidente Andrés Manuel López Obrador para abril próximo se establezca una ruta clara para continuar con los trabajos de rescate.

Son ya 18 años y seguimos en la mismas, nosotros seguimos ahí esperando. Para mí es una parte fundamental que nos vaya a recibir (el Presidente) en abril”, dijo Aída. 

Como parte del 18 aniversario, a las 2:10 de la madrugada de este 19 de febrero inició un homenaje luctuoso en memoria de los mineros fallecidos al interior de la mina 8 en Pasta de Conchos. Además, las familias organizaron un memorial en el Antimonumento 65+ en la Ciudad de México, frente a la Bolsa de Valores en avenida Reforma. 

Los hechos

En febrero de 2006, la mina ocho, Unidad Pasta de Conchos, Coahuila, sufrió una terrible explosión por una acumulación de gas metano que vio incrementados sus efectos debido a las ínfimas condiciones de seguridad del lugar. ¿Las consecuencias?: 65 trabajadores murieron y 11 presentaron quemaduras de primer y segundo grado.

Las víctimas aseguraron que sus compañeros murieron por “homicidio industrial”; lo anterior debido a que el dueño de Grupo México, Germán Larrea —propietario de dicha mina— decidió no invertir en los soportes de la mina y corregir sus anomalías para el bienestar de sus trabajadores. Además, confió en la protección y complicidad del gobierno foxista, pues a los cinco días del derrumbe, ordenó abandonar los trabajos de rescate a pesar de que aún había esperanzas.

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