La izquierda debe vislumbrar que la etapa que atraviesa el país —como consecuencia de seis años de destrucción neoliberal— es la oportunidad que tiene para plantarse y hacer frente a los problemas que aquejan a una población abandonada por el gobierno.
A principios del mes en curso, el expresidente de Brasil, Lula da Silva, regresó a la vida política; su retorno cambia los debates y enfrentamientos de un gobierno que se situaba únicamente en el marco de la derecha y la extrema derecha.
El líder izquierdista ha complicado los planes de reelección de Jair Bolsonaro, mismo que mantiene en crisis a la sociedad brasileña al no actuar respecto a las grandes dificultades que enfrenta el país, como son la pandemia por el virus SARS-CoV-2, la polarización del pueblo a causa de sus discursos hostiles y fascistas, así como el desentendimiento de la democracia. Bolsonaro creó un ambiente que atenta contra los valores primarios de la sociedad y las libertades.
Actualmente en Brasil, la derecha presenta síntomas como la división y la deserción, causados por un fallido discurso y duros enfrentamientos; no obstante, Jair Bolsonaro no ha perdido del todo el apoyo de ciertos grupos ultraderechistas. En este sentido, y aunque existen políticos que buscan una «tercera vía», Lula da Silva se convierte de nuevo en la opción del pueblo.
La izquierda debe vislumbrar que la etapa que atraviesa el país —como consecuencia de seis años de destrucción neoliberal— es la oportunidad que tiene para plantarse y hacer frente a los problemas que aquejan a una población abandonada por el gobierno, con acciones inmediatas enfocadas en el bienestar de la gente: control de la pandemia, adquisición de vacunas, empleo, servicios de salud, ayuda de emergencia, reducir la desigualdad y acabar con el autoritarismo.
Asimismo, está pendiente la lucha por el impeachment de Bolsonaro, pues su control en el Congreso se debilita y los empresarios están molestos al igual que gran parte de los medios de comunicación. En tanto, la sociedad brasileña atraviesa momentos de sufrimiento y crisis, por lo que la izquierda tiene la oportunidad de unificar a la mayoría del país y restaurar la democracia.
De esta manera, con Lula de regreso existe la posibilidad de pensar que todas estas disputas políticas desemboquen en las elecciones de 2022; de ser así, se podría obtener una gran victoria que derrotaría no solo a la extrema derecha, sino también a la injerencia de militares que se unieron y apoyaron el gobierno de Bolsonaro.