Con una inversión histórica de más de 369 mil millones de pesos entre 2025 y 2030, el Gobierno de México alista una transformación profunda en la red carretera nacional, con obras enfocadas tanto en grandes ejes estratégicos como en caminos artesanales que benefician directamente a comunidades rurales.
La Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) presentó su programa de infraestructura carretera, que contempla más de 2,200 kilómetros en ejes prioritarios, como las rutas Cuautla–Tlapa, Tamazunchale–Huejutla–Pachuca, Toluca–Zihuatanejo y Guaymas–Yécora–Chihuahua. Estas vías no solo facilitarán la conectividad interestatal, sino que también tienen un enfoque de defensa territorial, al garantizar la soberanía y accesibilidad en regiones históricamente marginadas.
Además, se destaca la continuación de proyectos clave como el Puente Nichupté en Cancún (78% de avance), el Puente Rizo de Oro en Guerrero (79%) y la carretera San Ignacio–Tayoltita en Durango, cuya conclusión está prevista para junio de este año. Solo estas obras representan más de 2,472 millones de pesos de inversión para 2025.
Uno de los componentes más relevantes es el Programa de Caminos Artesanales, que busca dignificar 2,107 kilómetros de vías rurales en estados como Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Nayarit, con una inversión de 14,500 millones de pesos. Para 2025, se ejecutarán 114 caminos, 44 de ellos en Guerrero.
Asimismo, el Programa Carretero de Guerrero, con 1,880 millones de pesos asignados, prevé la reconstrucción de 68 puentes y tramos carreteros, como parte de una estrategia de justicia territorial en zonas azotadas por el rezago.
En términos de conservación, se tiene programado el mantenimiento de más de 58 mil kilómetros de carreteras federales, lo que incluye trabajos rutinarios y periódicos en los 31 estados, además del uso de 20 “trenes de pavimentación” para acelerar la rehabilitación vial.
Este ambicioso plan también busca detonar más de 1.1 millones de empleos directos e indirectos, demostrando que la infraestructura puede ser también motor de desarrollo social, inclusión y justicia regional.